En tiempos en el que la pureza y la castidad son "temas pasado de moda" y la prosmiscuidad e inmoralidad sexual es promovida abiertamente, por la juventud, he aquí un testimonio que puede edificar su vida.
El poder de la oraciónHice este blog porque una foto en la que aparecemos mi marido y yo se ha vuelto muy coentada por Internet.
Quiero compartir la historia de la foto para los cientos de miles de personas que han encontrado en ella inspiración en ese particular momento que estábamos viviendo.
Minutos antes de bajar hacia el pasillo, la que iba a convertirse en mi suegra entró en el vestuario donde me encontraba junto mis damas de honor que entre risas y nervios nos encontrábamos en la faena por terminar esos detalles de última hora.
"Cariño, ¡tu novio te ha llamado!".
En medio de mis nervios mi respuesta fue: "¿Qué? ¡No estoy lista! Tengo que ponerme mis zapatos y ... "Ella me tomó de la mano y me llevó a un rincón, donde mi novio estaba esperando del otro lado. ¡Apenas me senté, me llené de mucha expectación! ¡Tanta emoción! ¡Qué nervios!
"¿Le gustará mi vestido? ¿Verá bonito mi pelo? ¿Podrá verme? "
Justo a la vuelta en la otra esquina estaba sentado quien en minutos iba a ser mi marido, así que estaba un poco nerviosa, con la esperanza de poder en secreto de echarle un pequeño vistazo. En ese estado de excitación fui la primera en hablar,
"¡Hola cariño! ¡Nos casaremos hoy! "
"Lo sé mi pequeña y quiero orar contigo antes que lo hagamos".
Minutos antes de bajar hacia el pasillo, la que iba a convertirse en mi suegra entró en el vestuario donde me encontraba junto mis damas de honor que entre risas y nervios nos encontrábamos en la faena por terminar esos detalles de última hora.
"Cariño, ¡tu novio te ha llamado!".
En medio de mis nervios mi respuesta fue: "¿Qué? ¡No estoy lista! Tengo que ponerme mis zapatos y ... "Ella me tomó de la mano y me llevó a un rincón, donde mi novio estaba esperando del otro lado. ¡Apenas me senté, me llené de mucha expectación! ¡Tanta emoción! ¡Qué nervios!
"¿Le gustará mi vestido? ¿Verá bonito mi pelo? ¿Podrá verme? "
Justo a la vuelta en la otra esquina estaba sentado quien en minutos iba a ser mi marido, así que estaba un poco nerviosa, con la esperanza de poder en secreto de echarle un pequeño vistazo. En ese estado de excitación fui la primera en hablar,
"¡Hola cariño! ¡Nos casaremos hoy! "
"Lo sé mi pequeña y quiero orar contigo antes que lo hagamos".
Allí sentados en cada esquina y tomados de la manos bajamos la cabeza y oramos. La gente corría a nuestro alrededor, y el coordinador de la boda dirigía a las invitados de aquí para allá, los fotógrafos tomaban fotos y el cortejo nupcial disfrutaba. Sin embargo, en ese momento, en la quietud de nuestros corazones y nuestras mentes, mi marido y yo estábamos solos en la presencia de nuestro Salvador, Jesucristo.
Mi marido pidió a Dios que bendijese nuestro matrimonio, para que en lo bueno y en lo malo no perdiésemos la esperanza en el otro. Que en lugar de centrarnos en las imperfecciones del otro nos centrásemos en la perfección de Cristo. Que nos levantásemos todos los días y que decidiésemos amarnos el uno para con el otro no por nuestra propia fuerza, sino por el poder del amor perfecto de Cristo.
Nuestras manos se apretaron con la fuerza de cada uno de nosotros y dijimos ambos con voz temblorosa "Amén", esto hizo que tuviese que borrar las lágrimas que solté y me puse el velo.
Después de mis damas de honor, mi madre, mi suegra me llevaron para terminar de ultimar mi rizado, y últimos detalles hasta que me miré al espejo. Allí estaba yo llevaba mi vestida de novia de blanco puro, lista para caminar por el pasillo hacia mi príncipe azul.
No es mi príncipe azul sólo por su aspecto increíblemente guapo o por su maravilloso humor, o por las afinidades que tenemos en común. Él es mi príncipe azul porque me ayudó a proteger el don más precioso que poseía, mi pureza.Poco después de haber empezado a salir con él le dije a mi príncipe que era virgen y pensaba mantenerme así hasta la noche de mi boda, a lo que respondió que no tendría que ser de otra forma.
A lo largo de nuestra relación como pareja y ante ese compromiso constantemente luchamos contra lo que a veces sentíamos era una batalla perdida. Luchamos contra la tentación con la oración, las Escrituras y la rendición de cuentas. Tenía amigas pendientes que me preguntaban la situación cuando salíamos por las noches de paseo y él se reunía regularmente con otros hombres de Dios para orar por fortaleza. A veces, sobre todo cuando la boda se acercaba, pensábamos que estábamos tratando de hacer algo imposible.
"¿Por qué estamos haciendo esto?" Me preguntaba en mi debilidad y el me recordaba que era porque Dios nos lo había pedido.
"No puedo hacerlo, no puedo ... esto es demasiado duro!" Me confesaba él, y yo oraba para que Dios lo fortaleciese.
Mi marido pidió a Dios que bendijese nuestro matrimonio, para que en lo bueno y en lo malo no perdiésemos la esperanza en el otro. Que en lugar de centrarnos en las imperfecciones del otro nos centrásemos en la perfección de Cristo. Que nos levantásemos todos los días y que decidiésemos amarnos el uno para con el otro no por nuestra propia fuerza, sino por el poder del amor perfecto de Cristo.
Nuestras manos se apretaron con la fuerza de cada uno de nosotros y dijimos ambos con voz temblorosa "Amén", esto hizo que tuviese que borrar las lágrimas que solté y me puse el velo.
Después de mis damas de honor, mi madre, mi suegra me llevaron para terminar de ultimar mi rizado, y últimos detalles hasta que me miré al espejo. Allí estaba yo llevaba mi vestida de novia de blanco puro, lista para caminar por el pasillo hacia mi príncipe azul.
No es mi príncipe azul sólo por su aspecto increíblemente guapo o por su maravilloso humor, o por las afinidades que tenemos en común. Él es mi príncipe azul porque me ayudó a proteger el don más precioso que poseía, mi pureza.Poco después de haber empezado a salir con él le dije a mi príncipe que era virgen y pensaba mantenerme así hasta la noche de mi boda, a lo que respondió que no tendría que ser de otra forma.
A lo largo de nuestra relación como pareja y ante ese compromiso constantemente luchamos contra lo que a veces sentíamos era una batalla perdida. Luchamos contra la tentación con la oración, las Escrituras y la rendición de cuentas. Tenía amigas pendientes que me preguntaban la situación cuando salíamos por las noches de paseo y él se reunía regularmente con otros hombres de Dios para orar por fortaleza. A veces, sobre todo cuando la boda se acercaba, pensábamos que estábamos tratando de hacer algo imposible.
"¿Por qué estamos haciendo esto?" Me preguntaba en mi debilidad y el me recordaba que era porque Dios nos lo había pedido.
"No puedo hacerlo, no puedo ... esto es demasiado duro!" Me confesaba él, y yo oraba para que Dios lo fortaleciese.
Ya una vez caminando por el pasillo con mi vestido blanco, vi esa fortaleza en los ojos del hombre que se había dado a sí mismo para proteger y honrar a la esposa que Dios le había dado.
Cuando sus ojos se cruzaron con los míos el vió a la mujer que había esperado, la mujer que lo apoyase y lo amase por el resto de su vida, en las buenas y en las malas.
Comparto todo esto porque en esa oración que tuvimos y que fue capturada por la cámara le pedimos al Señor que usase nuestra boda para darle toda la gloria que Él se merece. No llegamos al momento en que estábamos por nuestra propia fuerza sino por su mano que protegió nuestra relación.
¡Dios ha usado esta foto para inspirar a cientos de miles de personas y por ello nos humillamos pero a la vez nos sentimos honrados! Y ante esto he querido dar un paso más allá y dar a Dios la alabanza y agradecerle por cómo llegamos a ese rincón de quietud, tomados de la mano y listo para comenzar nuestra vida juntos.
Testimonio original tomado de:
La castidad, no es algo pasado de moda. Es la virtud y el tesoro que Dios, nis entregó al traernos a este mundo.
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